Cuenta una leyenda que cuando Buda era niño y daba sus primeros pasos, a cada paso nacía una flor de loto. En cada poema de este libro, hilvanado por la luz del amor, nace una flor de loto…
La búsqueda de la purificación es camino andado por los grandes maestros y por personas comunes que buscan su desarrollo evolutivo de múltiples maneras, el camino de lo sagrado ofrece magnos acechos, situaciones y experiencias que pueden manchar el campo áurico de las personas, por fortuna existe un ejército luminoso de humanos que alcanzan la comprensión de lo sagrado y nos ofrecen sus enseñanzas con el propósito de hacer un mundo mejor o, por qué no, el nuevo mundo.
María Tirone es una guardiana del mundo, que en su voto sagrado ha comprendido que su sacerdocio es el de la poesía mística. Para que la poesía mística se revele, debe existir una compenetración entre el alma y Dios. La poetisa en su función estética proyecta la grandeza del amor divino; la mística en la anhelada perfección del alma purificada que se une con Dios. Y la poesía como la vida misma.
María Tirone en toda su propuesta espiritual y literaria lleva un recorrido de vida en esa búsqueda, una búsqueda con misión y propósito que no es otro que el de encontrar a otras almas con ese mundo sagrado al que ella entra por la puerta mas estrecha que es la palabra, para no evolucionar sola, porque sabe que ninguna evolución puede darse sin la interdependencia. Ella dice: “Sólo la pureza de un sentimiento puede convertir hasta el barro en una bella flor de loto... porque como la flor de loto se hunde en el barro bajo la noche y emerge al amanecer intacta, ha purificado el agua que bebe. El amor y la pureza son unidad en la que los seres desarrollan todos sus dones; “La pureza del sentir de tu alma se manifestará en la transparencia de tu cuerpo, que limpio e inmaculado se hace uno con el mío”.
El sincretismo se hace manifiesto en esta palabra, transita el camino búdico, el hinduista y el camino cristico con una amplitud y libertad que solo puede darse en una mujer contemporánea, en un siglo que lo ha compilado todo en los archivos del mundo, testimonio del tiempo que fue. Así como San Juan de la Cruz recrea su obra en el cantar de los cantares, y exalta el amor sin que este sea de por si un hecho religioso,
María Tirone hurga en el libro sagrado cristiano sobre el amor para decir amaos los unos a los otros como al todo, también exaltando al amor y a la sensualidad, así lo refleja en uno de sus textos: “Nadie con quien te haces uno en la carne te puede dejar sin su huella, así que en el amor reflejas tu luz o tu sombra” En una fusión de ciencia y espiritualidad María presenta la boda alquímica tal y como fue reflejada en los estudios de Carl Gustav Jung, ella, entre voces que hablan de sus polaridades: el animus y el anima, en lo que es también llamado un matrimonio interior; “te acompañan la fortaleza y la dignidad de un animus, o energía masculina interna con la cual te has reconciliado, hecho las paces , y te permiten mantenerte firme de pie en una plataforma estable , a pesar de que un huracán con toda su fuerza te ha arrasado hasta el último vestigio de tus alas”
La vulnerabilidad es su femenino y ambas cosas coexisten en su interior en franca evolución. Nos encontramos ante una palabra que nos indica que la imperfección es el camino a lo perfectible, que el amor nos cincela y hace de nosotros la maravilla de una nueva creación, constante, dinámica, como cada paso del buda niño cada poema contribuye a nuestra purificación. Yo soy la flor de loto dará luz universalmente, es un poemario sutil y elaborado con meditaciones, basta el buen sentido del amor extraordinario, como lo es este libro. Para honrarlo con poesía mística dejo, como últimas palabras de este prologo, a San Juan de la Cruz “¡Oh noche, que guiaste! ¡Oh noche amable más que la alborada! ¡Oh noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada! “
Poetisa Venezolana premio Arturo Michelena
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