¿Qué es ser mujer hoy?
Históricamente, las mujeres fuimos relegadas a espacios de menor jerarquía social con respecto a los varones. Esta desigualdad en las relaciones de poder no está dada naturalmente y, por eso, trabajamos para cambiar estas condiciones. Para que otra realidad para las mujeres sea posible.
Mabel Bianco
¿Qué es ser mujer? Tradicionalmente, la identidad estaba asociada principalmente a la maternidad. Esto desde hace años empezó a cambiar, pero aún falta mucho. Todavía siguen siendo las mujeres las principales responsables de las tareas del hogar y, especialmente, en el cuidado de los hijos y de los enfermos o discapacitados.
Si bien nacemos con un cierto sexo, esta característica biológica de los cuerpos no nos convierte automáticamente mujeres, también “aprendemos” a serlo. Ser mujer -o ser varón- es una construcción atravesada por procesos culturales y sociales. En general, de las mujeres todavía se espera que sean delicadas y obedientes, y que durante la adultez se casen, tengan hijos y asuman la mayoría de los quehaceres domésticos, incluidas la crianza de sus hijos y el cuidado de personas mayores o enfermas.
En este sentido, vemos que aún se define la femineidad en función de las responsabilidades tradicionales, por ejemplo, las mujeres somos educadoras por naturaleza, no formales o sea docentes en escuelas, pero sí tenemos un rol en la socialización de los niños, no solo los hijos biológicos. También somos creativas y con gran capacidad artística, pero pocas veces podemos ejercer esto porque la sociedad nos hace restringirnos a los roles tradicionales. Ese mandato social es tan fuerte que para lograr éxito en otros campos hay que ser, en alguna medida, transgresoras: no casarse, no tener hijos o quebrar modelos y ser mal vistas.
Me dirán que esto cambió. ¡Pero no es tan así! ¡No todas lo logran! Especialmente las más jóvenes, las más pobres y excluidas, las migrantes, las mujeres rurales y muchas otras tienen enormes dificultades. Esto es algo para reflexionar y pedir que sea una realidad para todas. Esto no quiere decir que todas sean iguales y deban elegir estas actividades, pero que las que quieran que puedan hacerlo.
Históricamente, las mujeres hemos sido relegadas a espacios de menor jerarquía social con respecto a los varones. Esta desigualdad en las relaciones de poder no está dada naturalmente y, por eso, desde el movimiento de mujeres trabajamos para cambiar estas condiciones y desarmar estas pausas culturales que nos mantienen relegadas. Para que otra realidad para las mujeres sea posible.
Por supuesto, es clave respetar la diversidad de las mujeres. No hay un único modelo de ser mujer. Eso era lo que el rol estereotipado quería, y es lo que se debe eliminar para lograr que todas puedan elegir su destino. Incluso lo puedan cambiar a lo largo de sus vidas.
Por eso, el sentirse “mujer” es algo que cambia según las condiciones y el contexto de cada mujer y en los distintos momentos de la vida. Pero lo que nos interesa es que todas puedan elegir qué ser y lo puedan concretar. Eso es lo que aspiramos en el país, la región y el mundo.
Frente a esto, enseguida surgen los modelos de mujeres que tenemos como ideales y allí hay muchas y distintas. En mi caso, admiro a Michelle Bachelet por su autenticidad y fuerza. A Susana Trimarco porque es otro ejemplo de lucha y solidaridad, su dolor y lucha por encontrar a su hija, Marita Verón, la canalizó también para sacar a muchas chicas de las redes de traficantes. A Norma Cuevas, la mamá de Ana María Acevedo, la joven madre de tres niños a la que se le negó el acceso al aborto para hacerle el tratamiento de cáncer y luego murió ella y el feto. Norma da testimonio de lucha de ella y su hija para que otras mujeres no padezcan lo mismo. La lista puede seguir pero creo éstas alcanzan.
Mabel Bianco, médica y presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM).
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