Colibri
Arco iris que vuelas,
con tus alas de cuarzo radiante
que engalanas mi jardín;
tu canto breve,
anuncia tu presencia en mi alma.
Brasita del Fuego que no quema,
vives fluyendo en el tiempo del sin-tiempo;
de la mano del Eterno.
Rayo del Aire que vuela,
tu sabes quitarle peso
a la flor de la existencia;
gracias al hacer del no-hacer,
libas con unción su delicado nectar,
flotando en el Eter,
con un regocijo sin igual;
transmutando lo denso en lo sutil,
casi sin darte cuenta.
Bendice nuestro Hogar,
Gaia o Casa Planetaria;
para que nuestras almas,
liberen todos los pájaros,
y nos colmen de alegría
las cosas simples de la Vida.
Al tomar lo necesario,
abandonas lo superfluo
Gracias por enseñarnos
a morir en cada vuelo;
y a renacer a cada instante,
lanzándonos al vacío
hasta alcanzar la plenitud.
Cada vez que
desandamos el sendero,
sí, el de los pasos internos,
percibimos la fuerza inmensa del desapego
y la Providencia sonríe socarrona
abriendo su corazón
con intenso regocijo,
para darnos Su Amor
a manos llenas.
Colibrí,
diminuto polvo del Viento,
nos recuerdas el valor de la pequeña obra,
bebe del Agua Viva que nos nutre
y abrázanos con el nuevo aliento.
Néstor Hugo Almagro
Traducción por Bob Kline
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